"El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo." Gabriel García Márquez, Cien años de soledad
La especie humana no es la única capaz de utilizar
instrumentos. Los primates, los elefantes, los delfines
y hasta algunos tipos de hormigas se sirven de algunas
técnicas y utensilios para conseguir alimento o
coordinar sus acciones. Sin embargo para los seres
humanos las tecnologías no son accesorios que se
utilizan eventualmente, son la base de su estrategia de
adaptación al medio ambiente en el que viven. Para la
mayor parte de los animales, las "herramientas" son
parte de su cuerpo (alas, garras, picos, colmillos,
escamas) y les ayudan a especializarse en ciertas formas
de vida: definen qué pueden comer, dónde tienen que
vivir, cuándo tienen que reproducirse y muchas otras
condiciones. Los seres humanos desarrollamos tácticas
que nos permiten independizarnos de un nicho
ecológico en particular, y entre ellas hay dos que se
pueden considerar como el paso fundamental para
lograrlo: el dominio del fuego y la creación del lenguaje
hablado.
Estas habilidades, más la capacidad de construir
artefactos, le permitieron a los primeros seres humanos
acceder a cantidades de energía tales que se convirtieron en la especie dominante en el planeta. Un aspecto
sorprendente es que este proceso se ha realizado en un
tiempo relativamente corto: hace unos cien mil años
los seres humanos eran casi una más entre las muchas
especies que se extendían por diversos ecosistemas.
La tecnología fue la base para la creación de lo que
algunos antropólogos llaman "cultura", entendida como
el conjunto de estrategias a través de las cuales los seres
humanos interactúan entre sí y con su medio ambiente.
Además de las herramientas tecnológicas, la cultura
tiene un componente de organización social y otro
simbólico:
• La tecnología es el conjunto de artefactos y
conocimientos que permite actuar directamente con
el mundo circundante;
• La organización social es la forma en que las
personas establecen roles y toman decisiones
relativas a la producción, la familia, etc.;
• Los símbolos son el conjunto de creencias que le
dan sentido y unidad a la cultura, por ejemplo su
concepción de la divinidad, su lenguaje, sus
valores.
Esta forma simplificada de ver la cultura nos permite
ver de manera sencilla cuál ha sido el papel de la
tecnología en el desarrollo de las culturas humanas.
Hagamos un recorrido por la historia de la humanidad,
en la que podremos encontrar la forma en que los
diversos componentes de la cultura han interactuado
con el entorno natural. En este proceso el tutor o tutora
puede generar un diálogo con los planteamientos
expresados en la serie de textos del Modelo Tutorial "Lecturas sobre
la sociedad", donde estos temas son tratados con mayor
profundidad.
La conquista del fuego permitió a los seres humanos dejar de regirse –como las demás especies– por las pautas de flujo de energía y materia que regulan el funcionamiento ecosistémico. Tener fuego permitió, por ejemplo, que se consumieran alimentos cocidos, lo que facilitó que los dientes se hicieran más pequeños. De esta manera hubo más espacio en la cabeza para un cerebro mayor, y también una lengua y una laringe en capacidad de hablar. El fuego además posibilitó tener ventajas tan importantes en la cacería, que los primeros seres humanos provocaron la extinción de varias especies de animales.
En esas condiciones surgió el lenguaje, primero como
un mecanismo para transmisión de conocimientos
prácticos —como la forma de construir artefactos. El
desarrollo del lenguaje propició un cambio en la
cultura: al ponerle nombre a las cosas (y no simple-
mente señalarlas con el dedo) se fueron desarrollando
conceptos e ideas que intentaban explicar el mundo.
Estas ideas o símbolos podían ser trasmitidas a otras
personas que pudieran entender el habla, y así se
consolidaron las tribus de cazadores y recolectores. El
lenguaje es al mismo tiempo una tecnología de
información y comunicación, y una herramienta
simbólica.
Hace aproximadamente 10.000 años se produjo una gran revolución. En el llamado período neolítico se desarrolló una tecnología que cambió el mundo: la agricultura. En varias zonas del mundo los seres humanos empezaron a controlar la reproducción y el crecimiento de plantas que les servirían de alimentos. De la misma manera comenzaron a domesticar animales.
El desarrollo de la agricultura como tecnología permitió
cambiar las formas de organización social; las personas
dejaron de ser nómadas y empezaron a asentarse en
zonas donde la cantidad de comida producida permitía
alimentar grupos humanos más grandes.
Al no tener que trabajar todas las personas en la
obtención de los alimentos, pues con la agricultura se
generaban excedentes, la sociedad se fue estratificando
y algunas personas (guerreros, sacerdotes) empezaron
a mandar sobre otras. Incluso se piensa que el concepto
de divinidad cambió en ese momento, cuando las diosas
maternales dadoras de sus bienes tuvieron que dejar el
paso a los dioses varoniles, que justificaban el
patriarcado como base de la organización social.
El control de los excedentes agrícolas en sociedades estratificadas como las de Mesopotamia obligó a generar nuevas formas de comunicación para saber cuánta comida se producía. Primero se escribieron números, con los cuales se podía saber cuánto se había producido y cuánto se estaba consumiendo. Luego se hizo necesario escribir los nombres de esos productos para tener mayor claridad en las cuentas.
Las primeras escrituras fueron símbolos que intentaban
describir la palabra que se estaba expresando. Las
formas de escritura más antiguas, como la del chino,
aún conservan un poco de esa lógica, por eso en ese
idioma existen miles de ideogramas o símbolos.
Aprender un sistema de escritura tan complejo requiere
de una gran preparación y disciplina.
En América los incas habían desarrollado un interesante
sistema de cuentas basado en nudos y cuerditas. Los
mayas desarrollaron un complejo sistema matemático
y astronómico que permitía predecir los fenómenos
naturales.
En algunas zonas del Oriente Medio las formas de
escritura se fueron haciendo cada vez más simples. De
tener largas colecciones de ideogramas que intentaban
describir cada una de las cosas que señalaban, se fue
pasando a silabarios en los que se representaban los
sonidos de las sílabas, y luego a alfabetos. En estos,
cada sonido o fonema se representa por un solo dibujo,
lo que hoy llamamos una letra.
Algunos alfabetos sólo representan los sonidos de las consonantes; las vocales (cuando se escriben) se representan como puntos o acentos. Éste es el caso de los alfabetos árabe, hebreo y amárico. Aunque nos parezcan muy extraños, todos se derivan de la misma raíz: el antiguo alfabeto fenicio.
El alfabeto griego tuvo especial éxito como mecanismo
para desarrollar la comunicación. Los griegos, que
tenían un fuerte espíritu democrático, hicieron un
alfabeto muy sencillo que podría ser aprendido
fácilmente y que permitía escribir prácticamente
cualquier palabra con sólo conocer sus letras. Los
romanos tomaron el alfabeto de los griegos y le hicieron
algunos pequeños cambios: es el que hoy usan la mayor
parte de los idiomas de Europa occidental (el español,
el inglés, el alemán, el francés, el italiano, el portugués)
y también se ha adaptado para escribir idiomas que
antes no tenían escritura, como por ejemplo el
wayuunaiki o el nasa yuwe de las comunidades
indígenas de Colombia. También el wolof y el swahili
de África, el bahasa de Indonesia y el turco han
adoptado las letras romanas para escribir sus lenguas.
La llegada de la escritura cambió también las formas
de recordar los datos importantes. En las comunidades
tradicionales las canciones, los refranes, las rimas, los
versos, son un mecanismo para garantizar que la
información importante sea recordada sin que tenga
que quedar por escrito. Muchas de las grandes obras
literarias de la antigüedad (incluyendo la Biblia y el
Corán, la Ilíada y la Odisea) fueron tradiciones orales
antes de ser escritas. Por eso están en versos o
versículos; la rima se perdió en las traducciones.
El desarrollo del alfabeto y la democratización de la
escritura puso a los griegos ante un nuevo problema:
con más personas escribiendo era necesario tener más
claras las reglas de cómo debía escribirse. Para
solucionar este asunto se establecieron mecanismos
comunes que regularon primero la forma de escribir y
luego la forma de producir argumentos y de pensar
racionalmente. La retórica y la lógica son dos
herramientas conceptuales muy potentes heredadas de
los griegos.
la escritura. Al principio lo hacían tallando piedra con cinceles, actividad muy incómoda, lenta y costosa. Las tablillas de arcilla fueron un mecanismo más adecuado: más ligeras y rápidas de manejar cuando se escribía en ellas con pequeñas cuñas metálicas. Los egipcios escribían sobre hojas de papiro que sacaban de unos juncos de orillas del Nilo; el pergamino desarrollado siglos más tarde se hacía con pieles de animales. Los chinos desarrollaron en la Edad Media un soporte para la escritura que es hasta hoy el más común: el papel.
Algunos siglos después se desarrolló en Corea y
después en Alemania, una nueva tecnología de
información y comunicación que cambió la cultura de
Europa. En el siglo XV la imprenta de Gütenberg hizo
del libro un artículo de consumo masivo. En los
primeros 50 años de existencia de este invento ya se
había extendido a casi 200 ciudades de Europa y se
habían producido millones de libros.
La época en que aparece la imprenta es de grandes cambios, los europeos descubren que el mundo no era plano como siempre habían pensado, ni que se limitaba a los tres continentes que conocían. La invasión de América les permite conocer muchas cosas nuevas, nueva gente, nuevos alimentos, nuevas formas de ver el mundo.
Todos estos cambios llevaron a la Revolución Industrial del siglo XVII, que incorporó nuevas formas de energía –la fósil– en los procesos de producción, transporte, y en la vida cotidiana de la gente. Incluso la agricultura fue cambiada radicalmente por formas de cultivo basadas en insumos químicos y derivados del petróleo. Hasta entonces la mayor parte de la energía que movía la civilización dependía de la energía de los seres vivos (las personas y los animales que trabajaban para ellas); posteriormente la mayor parte de la energía se empezó a extraer del carbón y el petróleo.
También se produjeron cambios en las formas de
organización social. Las revoluciones en Inglaterra,
Francia, Estados Unidos y más tarde en Latinoamérica
crearon nuevas formas de organización de las naciones,
surgieron los estados-nación que conocemos hoy. Se
desarrolló el capitalismo como forma de organización
de la economía y la sociedad. ¿Hubieran sido posibles
todas estas revoluciones sin la existencia de las
tecnologías de información y comunicación como el
libro, el papel, la tinta, o el sistema de correos?
Una de las claves del mundo moderno ha sido la incorporación de fuentes de energía externa a todos los procesos sociales. Se han llevado a cabo tecnologías de información y comunicación basadas en estas fuentes.
En los últimos siglos el avance de conocimientos y
técnicas ha sido mucho más complejo y rápido que
durante mucho tiempo antes. Se han inventado miles
de tecnologías, se han escrito abundantes textos que
intentan analizar los cambios en la sociedad que se han
dado a lo largo de esta "era de la tecnología".
Durante el siglo XIX la industria y la economía de
Europa y de los nacientes Estados Unidos crecieron
gracias a la profusión de adelantos tecnológicos.
También contribuyeron a este incremento la coloni-
zación de vastas áreas del planeta, la sobreexplotación
de los trabajadores (en especial de las mujeres, los niños
y las niñas), y la destrucción de buena parte del entorno
natural de esos territorios. Guerras, revoluciones,
invasiones, fueron algunas de las muestras de los
cambios en la organización social durante este período.
En lo simbólico, este siglo fue marcado por la herencia
de tres grandes pensadores: Charles Darwin, quien
demostró cómo las especies animales y vegetales han
evolucionado unas de otras; Karl Marx, que demostró
cómo las contradicciones entre el capital y el trabajo
generan las tensiones sociales que cambian la historia;
y Sigmund Freud, quien construyó un enfoque
radicalmente nuevo en la comprensión de la persona-
lidad humana, al señalar la existencia y el poder de lo
inconsciente.
Durante la mayor parte del siglo XX los procesos de desarrollo industrial se incrementaron constantemente. Nuevas formas de energía como el petróleo, la electricidad y luego la energía nuclear se abarataron e hicieron asequible la producción a gran escala. Con ella fue posible el adelanto de nuevos medios de transporte como el automóvil y el avión, la creación de materiales sintéticos (como los plásticos) que muy pronto empezaron a aparecer en casi todos los productos de consumo. Este desarrollo técnico industrial implicó cambios profundos en la forma de la organización de la producción; la factoría se convirtió en un eje central de la vida; la fabricación masiva de bienes pasó a ser la principal estrategia económica. Se generaron sistemas internacionales que dieron a cada país un rol en el sistema productivo, y otros más formales que empezaron a intervenir en muchos aspectos de la vida interna: desde las finanzas públicas hasta la cultura, la educación o la seguridad.
Buena parte del siglo XX estuvo marcado por el
enfrentamiento entre dos grandes potencias (la Unión
Soviética y Estados Unidos) en la llamada Guerra Fría,
y en medio de este proceso se construyó la idea de
desarrollo, es decir que todos los países deberían regirse
según los niveles de producción, consumo y organización social que tienen Estados Unidos y Europa.
En los últimos años (el final del siglo XX y lo corrido
del siglo XXI) la informática y la computación se
convirtieron en uno de los ejes fundamentales del
proceso de producción industrial. Las telecomunicaciones basadas en redes globales (satélites, cables
submarinos, etc.), la producción de hardware y
software, así como de contenidos para todo tipo de
medios de comunicación (desde periódicos, programas
de radio y televisión hasta sitios web y herramientas
multimedia) son, junto con la industria del entretenimiento, uno de los mayores generadores de riqueza.
Este asombroso desarrollo ha tenido implicaciones en la forma en que se organiza la sociedad. La globalización, basada en el predominio de las grandes corporaciones multinacionales, es el fenómeno económico más importante de la época; pero es también un fenómeno cultural y simbólico, porque implica la imposición de parámetros de producción y consumo homogéneos a todos los seres humanos.
Paralelo con este proceso de globalización, han surgido
movimientos sociales que reivindican su derecho a no
ser excluidos del mundo global a causa de sus
condiciones socioeconómicas, su género, su edad, su
religión, su orientación sexual o etnicidad. Estas
personas, que están convencidas de que otro mundo es
posible, también creen que las tecnologías de
información y comunicación son una herramienta
indispensable para construir la justicia social, la paz,
el respeto a los derechos humanos y el desarrollo
humano sostenible a nivel mundial.
En el sentido estricto del término, el papel, la tinta, el lápiz, la tiza, el tablero, la imprenta, el telégrafo, el teléfono o la televisión son tecnologías de información y comunicación. Y como pudimos ver en los párrafos anteriores, el desarrollo de nuevas tecnologías de información y comunicación siempre han estado ligados a los grandes cambios en la historia de la humanidad.
Cuando se habla hoy de nuevas tecnologías de
información y comunicación TIC (algunos autores las
llaman nuevas tecnologías de información y comunica-
ción o NTIC) se habla de las tecnologías informáticas,
las telecomunicaciones y las redes mundiales de flujo
de información que hoy en día afectan a casi todos los
procesos económicos y sociales de las comunidades
humanas.
Esas tecnologías se pueden clasificar en cuatro grandes
grupos:
Incluyen desde grandes supercomputadores usados para tareas complejas y especializadas (como la industria del entretenimiento o la petrolera) hasta artefactos manuales y portátiles (como teléfonos móviles, asistentes digitales o juegos de manos) pasando por los cajeros automáticos, una amplia gama de computadores para hogar y oficina, consolas de juegos, aparatos de video, etc.;
rutinas o algoritmos programadas para resolver problemas específicos que permiten que una misma máquina sea útil para diversas tareas;
hacen posible guardar cantidades enormes de datos en espacios físicos reducidos, o transmitirlos a grandes distancias con costos muy bajos (discos compactos, fibra óptica, conexiones satelitales, wi-fi);
usada para la conexión de redes de computadores como internet, señales de televisión, llamadas telefónicas y una gama cada día más amplia de servicios. Está basada en satélites, cables submarinos y otros sistemas de transmisión de datos.
Sobre las TIC y el impacto que están causando en la sociedad existe una gran cantidad de obras que analizan el proceso desde diversos aspectos.
• "Evolución y tecnología". La reflexión presentada
como parte del portafolio de fase inicial del
Programa Computadores para Educar (2005);
• La red y el yo, prólogo del libro "La era de la
información". El investigador Manuel Castells,
uno de los pensadores más destacados en este
tema, propone algunas hipótesis importantes sobre
la sociedad actual y futura;
• "La informática y los jóvenes: redes sociales de
inserción, acción y contención". Un estudio de la
investigadora argentina Susana Finquelievich
sobre el papel de la juventud en las redes
comunitarias de España y América Latina (febrero
de 2002);
• "Sociedad del conocimiento y nuevas tecno-
logías". Una reflexión de Fernando Zapata López,
orientada principalmente a explicar las nuevas
condiciones de la propiedad intelectual en la
llamada sociedad de la información;
• "La cosecha digital". De alguna manera el abuelo
de este material, un documento sobre el papel de
las tecnologías de información y comunicación
en el desarrollo rural, preparado por Germán
Bustos, de Coreducar SAT.
Las ideas presentadas a lo largo del texto tienen muchas
fuentes de inspiración, entre ellas cabe destacar las
siguientes:
historiador y geógrafo, uno de los más importantes teóricos sobre la problemática ambiental en Colombia. Algunos de sus libros son: "Cuadernos Ambientales: Serie Ecosistema y Cultura", publicados por el ministerio de Educación Nacional entre 1992 y 1995; "El reto de la vida, Ecosistema y Cultura: una introducción al estudio del medio ambiente" (Ecofondo, Serie Construyendo Futuro, Bogotá, 1996) donde expone sus tesis sobre la relación entre el ecosistema y la cultura. En "La fragilidad ambiental de la cultura" (Editorial Universidad Nacional, Bogotá, 1996) hace un análisis histórico de la forma en que muchas culturas a lo largo de historia han sufrido cambios radicales a raíz de su relación con el medio ambiente. En "La aventura de los símbolos" (Ecofondo – FCM, Bogotá, 2000) explora las explicaciones filosóficas y simbólicas que subyacen a las propuestas ambientales y al proyecto histórico que propone el ambientalismo;
antropólogo e ingeniero, plantea en su libro "El final del salvaje" (ICAN – CEREC, Bogotá 1999) una serie de tesis sobre las implicaciones en el tema de las relaciones conceptuales entre naturaleza, cultura y política desde una perspectiva antropológica;
presentan en su libro "Del hacha al chip" (Planeta Editorial, Barcelona, 2000) una interesante análisis de cómo nuestra mente es cambiada por la presencia de tecnologías y cómo éste ha sido un proceso vigente desde que la humanidad se desarrolló;